Un instrumento con historia
Evidencia arqueológica sugiere la existencia de instrumentos de viento similares a la flauta dulce desde el Paleolítico Superior, hace aproximadamente 43.000 años. Estos instrumentos primitivos, fabricados con hueso o madera, tenían un solo orificio y producían un sonido simple.
La flauta dulce hizo su entrada en la escena musical europea durante la Edad Media, alrededor del siglo XII. En esta época, se construían con diferentes maderas y se tallaban con diseños ornamentales. La Edad Media fue testigo de la diversificación de la flauta dulce, con la aparición de diferentes tamaños e instrumentos especializados como la flauta sopranino y la flauta tenor.
El Renacimiento (siglos XV-XVI) marcó el apogeo de la popularidad de la flauta dulce. Se convirtió en un instrumento indispensable en la música vocal e instrumental, tanto en la música cortesana como en la popular. Compositores renacentistas como William Byrd, Orlando Gibbons y John Dowland escribieron numerosas obras para flauta dulce. Durante el Barroco (siglos XVII-XVIII), la flauta dulce continuó siendo un instrumento importante, especialmente en la música de cámara y las obras de compositores como Vivaldi, Telemann y Bach. En la actualidad, la flauta dulce es un instrumento apreciado por músicos de todas las edades y niveles. Se utiliza en una amplia variedad de estilos musicales, desde la música clásica hasta el jazz y la música del mundo. Gracias a los colegios es que a despertado el interés de muchos niños y jóvenes, siendo este un instrumento muy práctico para llevar.
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La flauta dulce sigue siendo un instrumento popular para la enseñanza musical, debido a su facilidad de aprendizaje y su sonido dulce y agradable.